Por Ignacia Barría.

Una cifra que preocupa cada día más respecto al reciclaje, es que en Chile cada persona genera 1,19 kilos de residuos sólidos y solo el 1% se recicla, y según el Informe del Estado del medio Ambiente 2020, en la Región Metropolitana se concentran el 45% del total de residuos domiciliarios de todo Chile (Codexverde, 2021). Esta realidad ha generado bastante preocupación a distintas comunidades y movimientos ambientalistas, que día a día buscan soluciones mediante una buena gestión de residuos y, así poder enfrentar la problemática de un reciclaje eficiente.

El reciclaje no es nada nuevo y se remonta muy atrás en el tiempo. El aprovechamiento y reutilización de los materiales de desecho ha estado presente desde los comienzos de la historia del ser humano y, cabe destacar, que no solo es exclusivo del ser humano ya que es la propia naturaleza ha reciclado plantas, árboles, insectos y todo tipo de criaturas, mediante los ciclos biológicos (Conciencia eco, 2015). Sin embargo, si nos remontamos al presente y a su definición actual reciclar es “Recuperar y reinsertar materiales a los procesos productivos para evitar que estos vuelvan a la naturaleza a extraer nuevos elementos, que provocan más contaminación en el Medio Ambiente” (Fundación Basura, 2020). 

Inculcar la cultura del reciclaje no ha sido una tarea fácil, sobre todo si desde hace décadas nuestra sociedad ha sido “formateada” dentro de una economía lineal, donde todo bien o servicio de un proceso productivo acaba siendo solamente desecho en nuestro planeta. Además, durante años ha habido una confusión entre y falta de vocabulario, por ejemplo entre la reutilización y el reciclaje. Donde el primero se basa en reutilizar lo que ya se tiene y, el segundo, se relaciona con la separación de la basura y deshechos, para su posterior reutilización (Ecobidon, 2019).

Hoy en día, el reciclaje se ha convertido en una acción humana de vital importancia y ya es una necesidad para nuestra supervivencia en el mundo. Para ello, se han desarrollado numerosos mecanismos, tipos y facilidades, en el manejo de residuos orgánicos e inorgánicos. En cuanto al reciclaje de nuestros residuos orgánicos existen tres caminos: compostaje, vermicompostaje y biodigestión. El compostaje es un producto obtenido mediante un proceso biológico de oxidación en el que actúan diferentes microorganismos, que degradan materiales orgánicos. Por otro lado, el vermicompostaje o “humus de lombriz” es un producto obtenido del proceso de bio-oxidación y estabilización de materia orgánica mediante el empleo de lombrices de tierra y microorganismos (Fertibox, 2019). Respecto a la biodigestión es un proceso natural mediante el que bacterias anaeróbicas (ausencia de oxígeno) descomponen residuos orgánicos para producir biogás y lodo con propiedades biofertilizante (Reciclo orgánicos, S,f.)

Sobre el reciclaje de residuos inorgánicos, estos no tienen origen biológico, ha sido industrializado o fabricado mediante algún proceso de manera artificial, como los plásticos, las telas, los vidrios, entre otros. Es por esto que mediante técnicas de reciclado se puede minimizar el volumen de basura inorgánica, como por ejemplo, la habilitación de espacios para la clasificación de estos residuos. En los cuales se distinguen 8 colores para distintos residuos:

• Azul: papeles y cartones
• Amarillo: plásticos y PET
• Gris claro: Latas y metales
• Verde: vidrios
• Rojo: residuos peligrosos
• Beige: cartón para bebidas o tetra pak
• Burdeo: residuos eléctricos y electrónicos
• Gris oscuro: otros residuos para la eliminación

Como ya te introdujimos a los conceptos básicos y a los tipos de reciclaje, es de suma importancia que puedas compartir estos conocimientos, y por sobre todo saber que queda mucho por hacer para lograr una eficaz gestión de residuos y que cada día se sumen más personas a esta bella práctica.

¿Y ahora sabes Qué @^#! es el reciclaje?

Revisa la Guía de Reciclaje que elaboramos junto a nuestra alianza TriCiclos