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La naturaleza que todo lo destruye, reconstruye

Por Andrés Villegas, estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables

Es muy fácil hablar de humanidad y naturaleza como algo separado. Así hemos aprendido, así nos han enseñado. Y hasta se puede reconstruir una histórica relación entre ambos entes como si fueran algo separado. Tal como lo hace Megías (2014) al repasar los marcos de pensamiento en los que la cultura moderna se ha convencido a sí misma de por qué sí o no está bien utilizar, someter o respetar a todo el entorno natural que nos rodea. Si hasta el día de hoy es un tema que tengo pendiente por revisar en el borrador de la nueva constitución, porque ¡¿cómo no?! Si puede que estemos poniendo en discusión la mayor problemática, no tan solo para la humanidad, sino para toda la naturaleza. Pero es esta mismísima separación la que creo que está en el núcleo de la crisis global que estamos afrontando. Y es que nunca hemos dejado de ser naturaleza…

Ese impulso “destructor” y de “dominancia” que tenemos y que tan bien quedó justificado en la filosofía de Descartes, también es naturaleza. Esa búsqueda de poder competitivo y esa agresividad que nos reúne en tantos juegos olímpicos, mundiales de fútbol y películas de acción también son naturaleza. La necesidad por destacar, el amor por la familia, la avaricia, la empatía, la envidia, el odio y el amor. Todo lo que experimentamos lo está experimentando “la naturaleza” también a través de nuestra experiencia consciente porque eso somos, por más que nos cueste incorporar este sentir.

Toda la ilusoria superioridad con que destruimos nuestro entorno y la infinita bondad con que queremos protegerlo son la misma naturaleza, que encontró un exótico camino evolutivo de seres con la especial habilidad de sobrepensar las cosas y experimentarlas en conjunto. Pero, similarmente, la naturaleza encontró hace 2,7 mil millones de años una curiosa senda evolutiva de bacterias que comenzaron a descomponer el CO2 para “comerse” el carbono y liberar el oxígeno a una atmósfera completamente anaeróbica (carente de oxígeno). Resulta que esta rama de seres, hoy conocidos como Cianobacterias, tuvieron una innovación química tan grande que se expandieron por todas las costas del mundo durante miles de millones de años bombeando Gigatoneladas de oxígeno a la atmósfera. Como describe Aiyer (2022), este evento incidió al punto de cambiar la bioquímica terrestre y crear las primeras condiciones que hoy llamamos aeróbicas (ricas en oxígeno) que tanto nos gustan a los seres de metabolismo aeróbico hoy en día, pero que en ese entonces se cree causó una extinción masiva de especies. Pues el oxígeno para el común de las especies anaerobias (es decir, todas las de ese entonces) es prácticamente un veneno.

¿Eran malvadas las bacterias de ese entonces por causar semejante alteración catastrófica en su entorno ambiental y natural? Considerando además que permitieron la existencia de prácticamente todos los seres terrestres que han aparecido en enorme diversidad y riqueza desde los dinosaurios hasta hoy en día. Pues claramente no eran tan malas ¿verdad? Ahora, la pregunta sería, ¿por qué para los humanos nos es tan difícil sacarnos esta carga? Y aquí es donde se pone entretenido, porque claramente una respuesta intuitiva sería pensar que las bacterias de entonces no tenían ni la más mínima idea de lo que estaban provocando ¿verdad? A diferencia de nosotrxs que tras años de estudio científico hemos confirmado que somos los responsables de la crisis climática, por lo que sabemos que debemos proteger el medioambiente. Nosotrxs sabemos y podemos actuar en consciencia, ellas no. Somos especiales al tener este uso de razón privilegiado que estamos segurxs que el resto no tiene. ¿verdad? Y es que, aquí, sin quererlo, esas afirmaciones antropocéntricas que para Descartes eran una justificación de dominancia, se vuelven una justificación de por qué como seres tan inteligentes debemos proteger a la naturaleza. Sin darnos cuenta de que seguimos sentándonos sobre ideas profundamente antropocéntricas. ¿Proteger a la naturaleza? Ella, con o sin nosotrxs, ha sabido destruirse y protegerse por miles de millones de años más. Y tengo la certeza de que lo seguirá haciendo. ¿Debemos entonces dejar de preocuparnos? ¡Para nada! Lo vamos a hacer igual, porque es nuestra naturaleza. Sólo que propongo que deberíamos hacerlo desde una lupa menos culposa frente a esta humanidad tan desentendida de sí misma que no reconoce su esencia y volvamos a habitarla desde la empatía y el reconocimiento de todos los seres como inteligentes, conscientes y llenos de virtudes y falencias igual que nosotrxs. Menos culpa y más amor.

Referencias

1. Megías Quirós, J. (2014, diciembre). El dominio sobre la Naturaleza: de la moderación scolástica al

relativismo kantiano. Universidad de Cádiz.

2. Aiyer, K. (2022, 18 febrero). The Great Oxidation Event: How Cyanobacteria Changed Life. American

Society for Microbiology. https://asm.org/Articles/2022/February/The-Great-Oxidation-Event-How-

Cyanobacteria-Change